venerdì 29 maggio 2009


“La efímera dulzura de vivir”




Editora Búho
Santo Domingo Republica Dominicana
1997





La sabiduría de parecer tonto
el éxito de parecer fracasado
y la fortaleza de la debilidad.


Lao Tse















La materia del canto


La voz del que canta
no es siempre la misma:
nada perdura en su forma
nadie perdura en su forma.
Por eso la voz de tus pasos
se pierde en el rumor del río
la piel se cae y es otra cosa
tus huesos se astillan en silencio.
Inspiras y expiras una tarde romana
que sabe a pampa en tus entrañas
acaricias suavemente una memoria
que hace todo más difícil.
Afloran cantidad de sonidos
en un soliloquio tartamudo
se hace añicos la visión del que canta.
Este misterio nunca terminará.



Folclórica alma mia


Dimensión de grano de arena
en un horizonte sin final
ñandúes de mi opaca memoria
apiñados en el centro de la frente
presionando mis pulmones
hasta la asfixia del oxígeno.
Todo el cuerpo encerrado
estirando mi piel en su telar
y los yoes petrificados
ahogados en los bolsillos
en un golpe de asombros.
Yo ahora en la penumbra
de esta inmensidad desoladora
yo desintegrado yo guanaco
en el confín sin límites
de esta anchura ajena
de esta región sin medida.
Un grito escapa desde el fondo
un catastrófico OM juguetón
un peinador de crestas salvajes
en mi patagónica imagen del ser.




Santa María Pinta la Niña


Al final tu sangre está manchada
con sangres de orígenes inciertos
modulada la voz con discreción
tu adelantada barbarie virreinal.
Por cierto que el mundo era redondo
tan perfecto y sencillo como el sol
sin retórica de dioses duros
sencillos como el sonido de una mano.
El viento corría libre por sierras
por montañas y cauces fluviales
y crecía sin dueños tu memoria
tu sutil alma apenas entrevista
en el regazo de la Gran Madre.
En la finitud del infinito
los sacerdotes leyeron en el cielo
una parte rota de la historia
vieron una de las caras de Dios
y decidieron esperar el engaño.



Pavesiana


Porque no quedará nada
sino pocos objetos esparzos
tristes plantas ornamentales
por una voz ausente
perra con cola caída
comentario de mercado.
Porque el traje azul
se deshilacha en su destino
en un camino diferente
junto a tus apuntes
a tu única sonrisa.
Porque los pocos amigos
tejerán fatales conjeturas
entre vinos seleccionados
y la cama será museo
barca sin remos de sí misma.
Porque todo al final termina
y pasa y se transforma
la vida con sus oportunidades
el final con sus trapos.
La muerte tendrá mis ojos.



La máquina improductiva

a Markus Vogel

Y si ella no te deja
con su ocupación inútil
y pretende hacer las veces
de tu perfecto corazón
invertir los cauces
reducir la linfa de tus músculos
condenarte a esta habitación
en nombre de quién sabe
que atroces alucinaciones
provocarte a lecturas insensatas
a visiones de un cajón eléctrico
en su relajación de muerte
y si apaga este sol radiante
oscura tu jornada intacta
la única oportunidad
si te habla sólo del mañana
con sus cálculos socarrones
si te fuma los cigarrillos
y conspira en su juego de espejos
con leyes que ni ella conoce
si te come los deseos
y la piel y los ojos
si los sabes y alimentas
su miserable actividad
si no pones fin a esta industria.


Como en un cuento de Borges


A los cincuenta
no se puede añorar una calle
el portón de un zaguán
un cielo anclado en un puerto.
Un porteño delirio del ser
anidó en este cuarto
bastaría asomarse al balcón
para acabar con el hechizo.
Pero tu malevo se resiste
no quiere dar su brazo a torcer.
Entonces el hombre sufre
como en un cuento de Borges
e hipotiza un seco espacio
en el romano cementerio.



Cuando ella regresa


Y se deja poseer
con su gran amor.
Al improviso se deja.
En la casa todo está igual
el polvo en el piso se acumula
la llave cuelga de la puerta.
Se puede entrar, se puede salir
pero Ella decide quedarse
se posa sobre mis hombros
y me acaricia los labios
me despeina con sus manos
juega con la perra dormida
baila al compás de mi música
fumamos el mismo cigarrillo
juntos aspiramos el mismo aire.
Ella está aquí nuevamente
y se deja tiernamente poseer.
La vida ha vuelto.



Otros te han nombrado mejor


Un espejo donde mirarse
sin polvo de exaltación
en los mansuetos cristales.
Interlocutor apacible
que logras rehuir los filtros
que distorsionan la visión.
Me inclino a la manera oriental
agradeciendo a mi búsqueda
que al final nos justifica.
No te comparo
no imposto la voz
-otros te han nombrado mejor-
pero sin injurias ni fiestas
poesía
eres el único medio
que me aproxima a la imagen
de esta existencia incomprensible.







Segunda Parte


Mantratango

Nostalgias de las cosas que han pasado
arena que la vida se llevó
pesadumbre del barrio que ha cambiado
y amargura del sueño que murió.”
Homero Manzi

Nadie tuvo que contármelo
porque yo estaba allí
en un salón de Almagro.
La literatura la aferró
después deteriorada
con una toma de lucha libre
y ha volado por mil aires
en su luz aprisionada
por cintas de celuloide
materia prima de mil infamias.
Lo cierto es que en los espejos
se reprodujo como un eco.
El hombre la ciñó entre sus brazos
perdido en pensamiento atroces
y ella giró toda rubia
y de nuevo giró perdida
hundida en el hueco de su pecho
y el ocho y otros múltiplos
sumaron cuentas de tijeras y cortes.
El, desde la vitrola maravilla
otro él tano y cantarino
con un desenfrenado Pichuco
que a sus espaldas socavaba
con un fervor de fuelle
el aire viciado y empastado
de una sala de grabación
en una alquimia de tango.
Las sombras seguían el compás
sobre un piso gris de baldosas
imitaban a un Milonguita jugado
cansado de vivir sin confesarlo
príncipe o rey de un sino secundario.
Ahora todo es ceniza o polvo
repetición inútil de una batalla
que no mencionan los libros de texto.
Yo estaba allí registrando la escena
y ahora aquí a miles de kilómetros
en el Barrio de San Paolo la cuento.


El año que comienza


Es tradición al comenzar el año
mirarse las manos y el corazón
abrir las ventanas de par en par
y ruborizarse por la extrañeza
por la tartamuda nostalgia del sol.
La suma metafórica de ese acto
la piel de los dedos que la graba
la idea totalizadora de un final
acuerdo de mente y de alma
en un cuerpo que ni niega
ni sublima la idea fija del caos.
En la pantalla se confunden las imágenes
intrahistoria de un camino borroso
montaña de un horizonte sin atenuantes
escozor de una mirada sin ojos.
El milagro se acomoda a la presencia
a las funciones semidespiertas del cuerpo
pergaminos magentas o mapas del tesoro
piratería de carabelas hundidas
en el gran destierro de la honra.
Pirámides desbordantes de raíces oscuras
en un llano abrupto y descolorido
senderos de pájaros de plumajes exóticos
desbordante desiertos de espejismos.
Alrededor de una piedra multifacética
el rito de la ofrenda y de la permanencia
código camuflado de sangres tibias
mensaje codificado por los astros
hastío de dioses maquillados con sobriedad
implacables testigos del gran error.
Cavas entre detritos malolientes
a la búsqueda de una atea tolerancia
que trascienda la irregularidad granulosa
de una materia incomprensiblemente virgen
ligada con palabras, conceptos y símbolos
perdido explorador de esta brevedad
de esta danza que no preludia nada.
Precario y frágil como tu recuerdo de ti
insuficiente como un canto mudo
tu sombra encadenada se proyecta
sobre las cenizas de otras sombras
y la fuente de luz se intuye pero no se ve
se intuye el ensueño y el abismo que produce
se percibe el alimento de la precariedad
se vuelve realidad la inconsciencia
el tiempo tumefacto de una esfera sin números.
Inmortalidad aparente de tu mortalidad
repetición cósmica de la fábula ancestral
que vuelve a repetirse con atisbos de realidad
al comenzar -como ahora- un nuevo año



Diatriba

Actitud de diálogo de sordos
contigo mismo ante el espejo
en la comisura de los labios
excitación de tu polaridad
que recupera sus sentidos
extraños perfumes moribundos.
La membrana pobre de la piel
no se modifica en sus designios
y la bestia feroz ruge
con su escueta voz de barítono.
La representación no convence
el texto no modifica los roles
recitan los demonios
sobre el escenario desierto.
Deberías estar en la platea
viendo el gran espectáculo
intercambiando con Epicteto
algunas reflexiones locuaces
entre lo que depende de ti
y no depende.
En cambio todo cambia
y nada te transforma.



Mejor dejar hacer dejar pasar


Para involucrar al pensamiento
en un espacio sin restricciones
y dar respiro a todas las funciones
hoy me entregado a los sueños.
Volvió el pasado sin bagajes
a repetir su secuela de ritos
abochornado en tanta intimidad
alzaron su vuelo las alondras.
En qué parte profunda de la tierra
harán raíces los huesos sin sus ojos
qué limo fértil construirán sus pupilas
mientras insisto en olvidar su nombre.
Para morir hace falta al menos esta vida
esa extraña metamorfosis del cuerpo
que de tanto ejercitarse con la piel
ha aprendido el oficio postrero.
No sé bien si este miedo querido
ha cultivado algún nuevo fantasma
o si todo continúa imperturbable
en la tarde que cede a su giro.
He resistido con fervor a mi especie
a esta dura realidad de sitios
pensando con tanta ingenuidad
en un perdón que no es de este mundo.
Y qué no es de este mundo, me pregunto
el cielo con su borde de cemento
la imagen en directa de la ferocidad
el amor en cromosomas congelados.
No te maravilla tanta ceguera
tanta carrera sin pista ni destino
tanto sufrimiento alimentado
un planeta plateado de otra luz.
Como un escarabajo perfumado
que confunde el equilibrio de la especie
como un retrato goyesco
que ha dejado su postura en la tela.
Qué inmensidad allí te espera
que alimento sutil a tus dudas.
Sin intención tus manos acarician
un cielo siempre blanco de planetas.
No hay quien pueda prever tu paso
ni ola que logre rozar tus pies
no cuentas con ninguna franquicia
la luz enceguece como en un libro.
Y qué será el después de ese entonces
a qué puede servir una imaginación
el cálculo errado de tu hastío
tu vocación de mono caído en la teoría.
Sálvame de toda fantasía del bien
de toda estirpe roja de demonios
déjame en paz con las historias de ángeles
del putiferio de una reencarnación posible.
Quiero morir un día definitivamente
entregado a las locas mutaciones.
A dónde irá a parar el peso de tu ego
los lastres de un sistema de clases
la puta manía de cierta eternidad
el tronco de tu árbol genealógico.
Mejor dejar hacer dejar pasar
jugar la carta con esta risa última
contigo se apaga otro mundo ilusorio
y no se enciende nada, creedme, nada.

Santo Domingo, l997

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